comelibros
Friday, August 26, 2005
  Vuelta

Freak. El Comelibros de hoy tenía una errata. Se me pasó en la corrección y luego se le pasó al corrector también. Duendes. Trolls en la escritura. Gremlins. Hobbits. Ghoulies. Mala suerte. Aquí va corregida, creo.

Tengo un amigo que se compró una casa en Valparaíso y luego pintó un mural en el patio. En el mural, América aparece dada vuelta. El Norte al Sur y el Sur al Norte. Se ve raro. Como un viejo chiste de Mafalda. O una vista de la luna. Pero es una buena idea, por lo menos en términos lectores: leerlos como ellos nos leen a nosotros. Ver cómo los hemos influido. No es una idea delirante. Basta pensar en el canon norteamericano reciente, que además de ajustar cuentas con los non santos patronos de su propia casa (Mr. Roth & Mr. Pynchon & Mr. DeLillo) también parece citar recurrentemente a nuestros escritores locales. Eso es algo que podemos ver en Auster o Eugenides que le deben al peor boom –en su cóctel de mal gusto, lírica, fantasía y exotismo- más de lo confesable.

Raro, pero no tanto. El mismísimo Gabriel García Márquez confesó hace tiempo que fue Graham Greene quien le enseñó a entender –y a escribir- del trópico. Por supuesto, este ir y venir es una ironía, porque mientras nuestros narradores vienen –hace veinte o treinta años- abjurando del Macondo como un pasado dictatorial del que hay que escapar u olvidar, para lucir desarrollados o ejecutar vudú y parricidio; en manos de Jeffrey Eugenides éste se le convierte en un modo ideal para organizar su relato. Y le sale tan bien que va y se gana el Pulitzer de la temporada.

Antes, en la prehistoria, durante el XIX, nuestros mitos de origen eran versiones desviadas o anoréxicas de los movimientos europeos. Blest Gana quería ser Balzac, pero yo no sé si Zola escuchó alguna vez hablar de un tal Sarmiento. Por eso, digo yo, habría –en una sugerencia lectora- invertir las cosas y buscar nuestras huellas y modos de narrar en el canon literario yanqui de moda. Habitantes de ese mapa ficticio de mi amigo, podríamos dar vuelta las cosas como sutil revancha, como juego. Ejemplos: leer “Desde mi cielo” de Alice Sebold, como “La amortajada” de María Luisa Bombal con asesino serial incluido; mirar “Las correcciones” como la versión Clinton de “Conversación en la Catedral”; y entender a “Middlesex” de Eugenides como “Cien años de soledad” narrad por el bebé con cola de cerdo, desde Berlín y con ropa de diseño.

Pero por otro lado, leído desde otra frontera, el realismo mágico tal vez no sea más que una colección de códigos pop, unos cuantos clichés exportables que –mercado, académicos y exiliados- viajaron a las tierras del norte tal y como lo hizo Cristián de la Fuente. Diluidos como el parque temático de esa “utopía del atraso”, como la llamó Juan Villoro, se trataría de estrategias de la ficción –ciertos temas, adjetivaciones y colores locales- sometidos a un tráfico de influencias que, más que leerse como que como una académica teoría –poscolonial- de la fronteras, parezcan una comedia de equivocaciones.

En esa comedia, se trataría de libros y lectores que se persiguen para no encontrarse jamás; de escritores leyendo pistas falsas y construyendo interpretaciones excéntricas; de mundos paralelos que no alcanzan ni siquiera a rozarse. Una sátira que, por supuesto, ya protagonizó Borges. Porque Borges leyó primero el Quijote en inglés y siempre consideró que el original de Cervantes no estaba a la altura de la traducción. En esa boutade borgiana hay, de pronto, una suerte de paradoja que me recuerda al presente. Al fin y al cabo y a lo mejor las mejores novelas latinoamericanas ahora se están escribiendo en inglés; tal vez la gran novela americana ya la hayamos escrito, desde acá, nosotros.

 
Comments:
Es curioso, justo ayer terminé unas clases en las que debatíamos (nuevamente) sobre el boom,y yo tuve una polémica con el profesor al respecto. "En cuanto al lenguaje narrativo, el boom no hizo nada nuevo. Es cosa de ver a sus contemporáneos norteamericanos los beat", le dije. Fuentes puede ser perfectamente un beat: "La Muerte de Artemio Cruz" como una odisea sicotrópica a la altura; Burroughs plantea en "Yonqui" una suerte de Macondo interno y heroinómano; y "Naked Lunch" un "Rayuela" igual de alucinado. Pero bueno... ¿Qué es boom? ¿beat? ¿qué es latinoamerica? ¿Realismo sucio? ¿Realismo mágico? ¿Son distintas visiones de un canon global e hipertextualizado?
 
Me gusta que tengas una mirada, eso te valida como crítico o cronista, más allá del acerbo cultural que domines.
Interesantes reflexiones en la revista de libros,de lo más rescatable del diario.
Saludos.
 
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