Mientras termino de armar la lista de mis comics esenciales, va el comelibros de la semana. Donde por supuesto, intuyo e incluyo una pregunta: ¿es la novela una forma de renuncia a la poesía?¿un abandono?¿una forma concertacionista o decé donde ciertos autores transan y se meten a un terreno más seguro?. Pregunta sin responder. Como el final de Star Trek 2: La ira de Khan” todo es una interrogante, una duda, una amenaza y una sospecha. Comentarios y post, please.
Nota: la foto no tiene nada que ver, pero está increíble. Nada mejor que un Elvis japonés vestido a la usanza de La Vegas.
Años atrás recuerdo haber visto, perdido en una montaña de saldos, un libro de poemas de José Donoso. No lo compré. Tiempo después, Donoso murió y en una entrevista en una radio porteña respecto al deceso, un académico experto salió denostando el libro. No estaba a la altura, decía. Donoso, como poeta, era un gran novelista. Por supuesto, eso me llamó la atención de inmediato. Pero no compré el libro. Lo vi varias veces pero pasé de él. Pero la historia me quedó dando vueltas en la cabeza y se me aparece cada cierto tiempo cuando leo en alguna solapa que el autor/a fue, quiso ser, es, será poeta. Y se me aparece ahora mientras me ocurren nombres: Manuel Rojas, Gonzalo Contreras, Bolaño, Teresa Calderón, Electorat. Narradores efectivos con resultados desiguales. Salvo Teresa Calderón y el Bolaño de “Los perros románticos” no todos viven bien en ambos mundos. Otros han desechado la lírica en aras de la narrativa y para la mayoría, sus libros de poemas se exhiben como objetos secretos e inencontrables, pecados de juventud, etapas desechables. Estuvieron ahí y se salieron ya saben, más rentable la novela, mejor prestigiada, en cierto modo, más fácil. Pero algo raro se cuece ahí. Un poeta devenido en narrador debe leerse de reojo porque tal vez por cada novela terminada hay un libro de poemas que fracasó. O sea, se escriben novelas porque no se puede con la poesía. O porque a los 30 años ya es imposible hacer lo de Rimbaud: la novela es una forma sublimada de irse a Africa a traficar con esclavos. O quizás, ciertos autores simplemente renuncian a la poesía porque se aburren o cansan. O crecen y aprenden a negociar, a transar; eligiendo la comodidad al vértigo, los cinturones de seguridad y los asientos para bebés antes que los viajes en paracaídas. Debe ser un descubrimiento terrible, si se viene de una mirada ideal o cliché y algo miserable de la poesía descubrir que el aprendizaje literario es lento, que la inspiración es una mentira y el canon un fuerte inexpugnable habitado por ogros y reinas ancianas con cohortes de sirvientes jorobados. Que hay que pelear con cada palabra. En ese contexto, la novela es un camino lento pero seguro. Por otro lado, puede ser que los poetas se cambien a la narrativa porque nuestros padres literarios son poetas más indestructibles que Godzilla: Neruda, Parra, Mistral. Con ellos, cualquier batalla está perdida de antemano. En eso, tal vez, radique todo: en Chile la poesía no es una tierra baldía sino un jardín cerrado con llave. La narrativa, es en cambio, una casa abandonada y en ruinas. Cualquiera puede habitar en ella, abriendo la puerta a patadas y pintando una pieza como quiera. Todo lo anterior lo captan quienes se cambian de bando. Eligen las historias por sobre las imágenes, amparados en quizás qué razones. La más académica y atendible: la cita a Mijail Batjin, clásico ruso multiuso, que sostiene el predominio estético de la narrativa por sobre los demás géneros. Pero eso es demasiado sofisticado. Hay otras causas, razones de impacto medial o de estómago, por ejemplo. O puede que los narradores ex poetas tal vez nunca dejaron de escribir poesía, sólo que ahora no la hacen pública. No la muestran. En su gesto, en el de Donoso, hay una real-politik literaria porque algunos de los autores mencionados, actúan de modo astuto y pragmático con sí mismos: una novela no le hace daño a nadie pero sí –como Alfonso Alcalde, como todos esos mártires reverenciados por los adolescentes malos y poetas- se puede morir de poesía.