¿Qué es lo más bizarro que te ha pasado en una Feria del Libro?. Esa es la pregunta de hoy. Mi respuesta: el año pasado mientras luego de presentar con Zambra a Carlos Labbé y Pablo Torche, el evento se cerró con un dúo de g-pop que no tenía nada que ver o tenía que ver todo con lo que había venido antes. Después, más tarde, vi como masacraban a un tipo en la Alameda y hacia el final de la noche, en
Bueno, la pregunta es una especie de intro al comelibros de esta semana: postales de ferias de libro. Yo tengo las mías. Quiero, por un rato, las suyas.
1)Estación Mapocho, año 2000: después de adquirir “Sueños digitales” de Paz Soldán y lamentarme por no haber podido comprar algo de Lidia Lunch observé pasar, con escasa diferencia de segundos, al pifiado humorista Oscar Gangas, a Volodia Teitelboim y luego a Carlos Cerda acompañado de una mujer rubia más o menos espectacular. La secuencia es casi como una película de Peter Sellers perfectamente cronometrada. ¿Es Gangas Sellers?¿O Cerda?¿O Volodia?.
2) Estación Mapocho, 2001: un ladrón de libros que conozco de alguna parte me describió que era una aventura salir de
3) San Antonio, Feria del Libro Usado 2005, hace dos semanas: un poeta joven me cuenta que fue a ver a Parra acompañado de su polola y que el viejo cascarrabias no lo que quiso recibir hasta que vio a la polola y que después pasó la tarde con ellos. Me dice que Parra es genial y que maneja un escarabajo y que desde alguna ventana abierta del auto se caían pruebas de imprenta o originales del “Lear: Rey y mendigo” sobre un camino de tierra.
4) San Antonio, dos horas antes de eso: discuto con Marcelo Mellado sobre el momento en que ambos le hemos perdido la pista a César Aira. Me doy cuenta que el hecho de estar ahí es como un pedazo de la ficción de Aira o del mismo Mellado, autores expertos en tratar como parodia eventos como estos, ironizando hasta la desesperación o las lágrimas. Mientras hablamos, San Antonio parece una especie de Detroit sin soul. En ese mismo momento, Chile se farrea su cupo para el Mundial al empatar con Ecuador. Pero da lo mismo porque el evento es potente. Ese día hablan José Miguel Varas, Sofía Correa & Alfredo Jocelyn Holt y Ramón Díaz Eterovic frente a un público atento y a una legión de lectores que da vueltas entre stands de usados, de punkis, ediciones independientes y esotéricas, incluso. La gente escucha y compra y se toma su tiempo. Cosas así valen la pena: la literatura adquiere sentido dentro de la sociedad civil, donde todo es a pulso y digno y genial y los efectos de la literatura están, por un rato y mágicamente, al alcance de la mano.
5) Viña, 2004, Feria del Libro, Avenida Libertad: en un panel, Carla Guefelbein habla de lo mal que la ha tratado la crítica. Más allá, en una cafetería, yo escucho y me tomo un jugo y mi hermano me pregunta quién es esa mujer que habla. Por afuera pasan las micros.
6) Estación Mapocho, el año pasado: una pareja de adolescentes se besa en el frontis de